miércoles, 25 de enero de 2017

SEGUNDA JORNADA

    Acababa de dormirme y me encontré en un cafetín moruno ....
¡ Alli estaba  mi pesadilla ! : sentado en un puff , informe  y malcubierto  de unos harapos  que , colegí,  debieron ser una xilaba; sobre su cabeza  un fez  -que alguna vez fuera rojo - en cuyo frontal de adivinaba una estrella de cuatro puntas sobre dos bastones cruzados ( general ) y el escudo de los Regulares  ....
 Me quedé , paralizado , en medio de la sala sin saber que hacer y mirando embobado aquella figura (grotesca  si no fuera porque resultaba terrorífica  en su fealdad )  hasta que  sonó la voz atiplada                                    

    ¡ Buenas noches , caballerete !

     ¡ Buenas - sotovoce - lo serán para ti ! ....  ¡ Buenas !- en voz alta - , Sr. Franco ....
 
       No recordaba la cita comprometida ...

       Pues si , si la recordaba . Y para mi mala suerte , aquí estamos ...

       Bueno, bueno  ..... ¡ Siéntese ! - me ordenó más que pidió  mientras hacía una seña  a los espectros presentes ordenándoles que se esfumaran  -.
       Veamos ... la regla ,taxativa , que regirá nuestras conversaciones es muy simple : hablaré yo y tu podrás hacer preguntas en relación con con lo que , yo , diga . Preguntas a las que responderé cuando lo estime oportuno . ¿Enterado ?

        Si, Sr. Franco , pero creo que ....

        ¡Tu no crees nada ! : aquí quien manda soy yo .... (Esto lo dice mientras se recoloca la faja , acomodándola a su abultado vientre , y se retrepa en su asiento )
          Empecemos por un resumen de mi vida ....
          Mi infancia y juventud  (esas vivencias son la clave  para entender el desarrollo de la personalidad de cualquier ser humano ) fue una continua desgracia : mi padre  era contador de la Armada  - ¡ un crápula que nos abandonó !  - y mi madre una pobre mujer de provincias que pasó las de Caín ...
           De niño y adolescente tuve que conformarme con un cuerpo desmadrado - mi talla nunca pasó de  un metro sesenta y cuatro centímetros -  consecuencia  de la malnutrición .

       ¿ ....... ?

      ¿Le asombra a Vd. ? . Pues sepa que pasábamos hambre . Un hambre  que mi madre procuraba ocultar como si de un delito se tratara : hambre vergonzante . Y a eso se añadía que mi padre  nos abandonó , como he dicho , marchándose a Madrid y formando otra "familia " .
      ¡ Imagínese la vergüenza  ! . Por el hambre y por el abandono : El Ferrol  era como un cuartel y todos nos conocíamos ....
       ¡ Mire ! , mire  las fotografias de mi infancia y pubertad  ... Si se fija bien , vera en ellas el reflejo del pasmo en esos ojos hundidos ; fíjate  en lo escuálido de mis mejillas ...
       Es estupor lo que se trasluce de mi expresión ...
       ¿ Miedo ? . ¿Tristeza ?  ..... No , ¡ estupor ! .
        Quise seguir los pasos de mi abuelo Francisco y de mi padre .... pero alanzando  mayores y mejores metas :  ¡ llegaría a Almirante ! . Pero me cerraron la Escuela Naval  y fui a parar a "tierra " : ingresé en Infantería  ya que la calificación que obtuve  en el examen de ingreso en la Academia  fue más que mediocre (en realidad nunca fui un lumbre ras) : obtuve  el número 251 de la promoción de 1907 entre ... 312 cadetes  .
       Como te he dicho , pasé hambre y vergüenza en la niñez y pubertad , pero me había jurado  que llegaría lejos . ¡ Costara lo que costara ! ..
        Me sabía una mediocridad , y por eso desarrollé  la constancia de una mula (  ha habido un escritor  que dejó escrito  que , yo , tenía la tenacidad de la liendre de la ladilla : me agarraba a cualquier conquista y no la soltaba hasta alcanzar otra . Y así sucesívamente .... )
       Mi obsesión , desde siempre , fue llegar a lo más alto, a la cumbre de la milicia,: ¡ al poder ! .
       Para lograr cumplir mis ambiciones era preciso llevar una vida ejemplar (en apariencia al menos ) : mucha disciplina , cumplimiento escrupulolso de las Ordenanzas y fidelidad - perruna si era preciso -  a los superiores ...

     ¡ Ese, y no otro,  era el camino ! : ambición de poder , prisa por obtener el bastón del generalato que me libraría de la mediocridad a la que parecía estar predestinado como el resto de mis compañeros de milicia  : un militarote embrutecido , asiduo de cantinas y casinos militares ,  en cualquier guarnición de provincias o de las colonias ... a la espera de que corriera el escalafón para ascender .
      ¡ No ! , yo no quería eso  y tenia que lograr  evadirme de ese destino : si para ello tenía que sacrificar la vida de los hombres bajo mi mando en aquellas , demenciales , campañas africanas , lo haría. Lo único que debería importarme era los ascensos  rápidos y no el número de bajas entre mis soldados .
     Y fueron cientos , miles , cientos de miles  : toda mi astucia , mi genialidad -en la época africana  y en la Península  - no fue otra  que saber auparme  sobre un montón de cadáveres .
     ¿ Mi famosa baraka ?  : el autoconvencimiento de que me la jugaba ( aunque fuera impostáda mente ) o .....
      Como ya veremos , la sangre de los demás fue la gasolina que impulsaba el motor que me llevaría a lo más alto ....

     Esta última frase la espetó ya desde la neblina sulfurosa ....
     

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